
Además de los hitos en gestión pública que las organizaciones seguro que se esforzarán por hacer realidad, ahora desearía que en el 2023 sucedieran algunos que impactaran en el conjunto de la sociedad. Hitos concretos que, con todo el esfuerzo del mundo, se acaben ejecutando. De lo contrario, serán propósitos de enmienda y mejora que no dejan nunca su condición de semánticas.
En Cataluña –y también otras partes del Estado español– se ha trabajado desde hace tiempo para que las políticas de apertura y reutilización de datos sean una realidad. Ahora podrían completarse con iniciativas más sociales.
Algunas medidas están en manos de administraciones, como la AGE (Administración General del Estado), que ya toca que se decida de una vez y abra el Registro Mercantil para generar valor económico con los datos de las empresas de todos los sectores .
Otras actuaciones estarían más en la órbita de la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, en vez de elaborarlos cada uno por su lado, alguien podría proponerse para liderar cuadros de mando que recogieran retos sociales. Los cuadros de mando ‘sociales’ vendrían a considerar a los ciudadanos como seres capaces de transformar sus condiciones sociales, porque proveen de datos y reutilizan inteligentemente las que ya han abierto otros organismos. Su condición de ciudadanos activos movilizadores mejoraría de lleno la gestión pública y la competitividad de las empresas explicando con datos: los efectos de la crisis climática, lo nocivas que son las emisiones de CO2, la contaminación acústica, las razones de la poca extensión del reciclaje en bastantes poblaciones o la distribución geográfica de la renta per cápita relacionándola con otros factores (niveles de estudios, tipología de trabajos, hábitos de consumo, etc)…
El cambio que podríamos provocar sería bestial. Pero, claro, para aprobar mínimamente esta asignatura pendiente, debería demostrarse el dominio de nociones básicas (¡con actuaciones fáciles de implementar!) y que todavía no son asumidas por los actores implicados: abrir todo el conocimiento público en manos de gobiernos y administraciones, abrir registros emblemáticos como el de empresas, divulgación de la ciencia siempre en perspectiva abierta, extensión de instrumentos legales como Creative Commons 0 (por el que podemos incluso renunciar a los límites que provoca la autoría moral en contenidos y servicios públicos) y –una que no es tan fácil porque exige un liderazgo fuerte y de verdad– compartir y poner en común todas las prácticas de las diferentes administraciones actuantes en un territorio en temas como atención ciudadana (como ya se hizo en Cataluña con la creación del grupo ‘Administraciones en Red’), apertura y gobierno de los datos, transformación digital…
Un 2023 un poco ambicioso pero que por pedir no quede ;).